miércoles, 27 de marzo de 2013

ACIES 2013

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“Soy todo tuyo, Reina mía,
Madre mía, y cuanto tengo tuyo es”
        
        El día 17 de marzo, como cada año, numerosos legionarios activos y auxiliares, nos dimos cita en la parroquia de San
Nicolás de Bari (Toledo), para celebrar el “Acies” y renovar nuestra consagración a María.
        El acto estuvo presidido por nuestro conciliarío y director espiritual de la Curia Comitium, D. Gustavo Conde, asistieron también varios directores espirituales de los praesidia de la ciudad.
        Finalizando el acto con el rezo de las últimas oraciones de la tessera y la bendición con el Santísimo Sacramento.
        Agrademos al párroco y director espiritual del praesidium Nuestra Señora del Carmen, su acogida, a las hermanas su magnifica organización y al coro que con sus cantos nos ayudo a vivir intensamente cada momento.


ALLOCUTIO

      Queridos oficiales del Comitium “ Nuestra Señora del Sagrario” de Toledo, hermanos legionarios de María:
      Hace ya muchos años el Beato Juan Pablo II habló por vez primera en un viaje a Hispanoamérica de “la nueva evangelización”. Todos fuimos testigos cómo se entregó a ello, cómo se desgastó para que Jesucristo fuera conocido y amado.
Su sucesor en la Sede de san Pedro, Benedicto XVI, puso a la Iglesia en estado de evangelización, promoviendo un sínodo de obispos para este mismo fin, y él, venciendo su natural timidez por su intelectualidad, habló del Señor en todos los continentes, creando incluso en Roma un organismo para “la nueva evangelización”.
     ¿Qué va a hacer en nuevo Papa Francisco? En su homilía de la Misa que celebró con los señores cardenales nos ha dejado algunas pistas, o bombas de relojería por llamarlas así:
    - Cuando no se camina, se está parado[1].  Y esto quiere decir mucho. Cada generación es nueva, tiene una problemática o sensibilidad distinta de la anterior. A esta nueva generación se le ha de entregar también a Jesucristo, pues lamentablemente, o no, la fe no se hereda como el color del pelo, o su carencia en mi caso. No podemos seguir anclados en otro tiempo, como si las hojas del calendario no hubieran cambiado. Manteniendo entonces la hermosísima novedad de Jesucristo, la Iglesia, es decir tu y yo, hemos de buscar los medios para que sea redescubierto, llenando así de sorpresa y estupor a los otros que solo le ven como alguien ya superado. Cuando oigo, no sin rubor, cómo algunos novísimos pastoralistas presentan como “novedad novedosa” el imprescindible “puerta a puerta” y así visitar a todos y hablarles de Jesucristo; cuando se dice que la vanguardia pastoral es parar a la gente por la calle para hablarles del Señor… pienso: ¡ya está bien que lo que hace la Legión de María desde comienzos del siglo XX lo haga toda la Iglesia, saliendo de las sacristías, de los oratorios, de los salones parroquiales, para llevar a Jesucristo a la fábrica, a la escuela, a la calle! Las procesiones que vamos a realizar en breve son insuficientes para el hombre post-cristiano de hoy, como una catequesis a un gran número de gente. Es en el “persona a persona” donde el “kerigma” se hunde en el alma. 

      - Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, Esposa del Señor[2]. Es una denuncia la del Papa. ¡Cuántas veces hemos camuflado el Evangelio con ciertos valores humanos como solidaridad, amistad y un largo etcétera, incluso en las catequesis, grupos juveniles, colegios religiosos…! Y así las energías usadas han servido para poco, y como mucho hemos sido vistos como un grupo piadoso para pasar el rato, como una bonita O.N.G. que en los tiempos de crisis económica viene muy bien para compensar las inutilidades de los gobiernos. La Iglesia, tu y yo, hemos de hablar de Jesucristo y de su Cruz, fuente de salvación. Y qué mejor forma que hacerlo organizadamente, pues individualmente nos cansamos, y qué mejor forma que hacerlo en la “Legión de María” que es escuela de evangelización. Hemos de creer más en nosotros, hemos de creer más en nuestro carisma, aunque le llevemos en vasijas de barro o no le vivamos del todo,y hacerlo llevar a otros hombres y mujeres que quieren hacer algo por la Iglesia pero que no saben qué, quieren hablar a los demás de Cristo y no saben cómo hacerlo. Es Ilusionante la labor que queda por delante y saber entusiasmar a los demás en la labor evangelizadora de la Iglesia.

        Por eso, en esta tarde nos consagramos personal y comunitariamente a la Virgen Santísima. Como Ella somos sabedores de nuestra pequeñez y miseria. Como Ella también nos sabemos elegidos y que nos felicitarán todas las generaciones. Un día Ella cuidó a Jesucristo: cumplió de modo extraordinario la misión que Dios la dio. Y lo que hizo un día con Jesús, darle a luz, cuidarle, educarle, quiere seguir haciéndolo en su Cuerpo Místico que es la Iglesia. Ser “Legionarios de María” es prolongar su acción de entonces aquí y ahora. Consagrarnos a Ella es entonces esto: darnos a Ella para ser sus manos y pies, su Corazón y así seguir cuidando a Cristo hasta el fin del tiempo. Tu y yo, podemos dar también a luz a Cristo cuando le llevamos a los demás, escuchando la Palabra de Dios y poniéndola en práctica, descubriendo su voluntad y viviéndola. Y le educamos cuando hablamos a los demás del Amor de Dios, de su misericordia, que Dios nunca se cansa de perdonar[3], cuando vamos acompañando en el crecimiento espiritual a los otros, cuando como la Madre del Amor Hermoso estamos al pie de la cruz de las demás y en la propia cruz. Que cada uno de vosotros, bajo su amparo maternal, camine alegre y con docilidad a la voz de su divino Hijo, fortaleciendo la unidad, perseverando concordemente en la oración y dando testimonio de la fe genuina en la continua presencia del Señor[4].
Director espiritual del Comitium
[1] Homilía del Santo Padre en la Santa Misa con los Cardenales, 14 de marzo de 2013.
[2] Homilía del Santo Padre en la Santa Misa con los Cardenales, 14 de marzo de 2.013.
[3] Ángelus, 17 de marzo del 2.013.
[4] Audiencia del Papa Francisco a todos los Cardenales, 15 de marzo de 2.013.

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