domingo, 5 de mayo de 2013

ALLOCUTIO MES DE ABRIL DE 2013.

1.- La fe, de la que estamos hablando durante todo este año, es un regalo, un don que un día, sin merecerlo nosotros se nos obsequió con el sacramento del Bautismo. Siempre es Dios el que da el primer paso, no somos nosotros. Y los mejores regalos del día de nuestro Bautismo fueron los de Dios: la fe, la esperanza y la caridad. Unos regalos que han de ser cuidados, primero por nuestros padres, pues no tenemos capacidad de usarlos ni valorarlos, pero después ya nosotros mismos, cuando la edad nos va haciendo comprenderlo.
2.- Ya maduros hemos de seguir cuidando de estos regalos. Si, la virtud se consigue con constancia y esfuerzo, mientras que se la pierde enseguida con cualquier acción descuidada.
    La fe se ha de cuidar y alimentar, como cuidamos y alimentamos, por ejemplo, una plantita recién trasplantada de tiesto o una semilla plantada. Sería para nota, sin dejáramos la plantita en la maceta en pleno mes de diciembre y enero en el exterior sin ninguna protección. Unos irresponsables si no la abonáramos oportunamente, si no la regáramos, y si tampoco la podáramos.
     Algo similar hemos de hacer con nuestra fe. Ya desde niños hemos recibido una instrucción en los rudimentos de nuestra fe pero totalmente insuficientes para ahora. Hemos de seguir formándola, no contentarnos con lo que estudiamos un día cuando hicimos la primera Comunión o nos confirmamos. El Señor mismo dijo: A cada día le bastan sus afanes. Cada época en nuestra vida necesita una profundización en la fe para fortalecerla, darla racionalización, y ser portadores de argumentos en nuestros apostolados. Es verdad que el Espíritu Santo pone en nuestros labios argumentos en los apostolados sorprendentes, que no sabíamos tener, pero hay que facilitar su acción con conocimientos intelectuales de nuestra fe. Hemos de preguntarnos si empleamos parte de nuestro tiempo a leer diariamente el catecismo, cuando tenemos tanto tiempo para otras muchas cosas. Un momento espectacular para hacer crecer la fe, es cuando celebramos los sacramentos, especialmente la Eucaristía: Si escuchamos las lecturas como una carta abierta que Dios me ha dirigido a mi particularmente y espera respuesta: si escuchamos también las explicaciones del presbítero de la misma para que la comprendamos mejor; si recibimos la Comunión con la humildad y devoción con la que la recibió la Virgen Santísima, entonces nuestra fe, sin apenas notarlo, va creciendo con naturalidad, como crecen las plantas silvestres.
    No tenemos que exponerla a peligros innecesarios, como cuando no entramos a las plantas en enero o no las cubrimos para que no se hielen: Si leemos libros con contenidos en contra de la fe, si asistimos a algún espectáculo en el que la fe es ridiculizada o puesta en tela de juicio, si no solucionamos a tiempo una duda en la fe y dejamos que vaya pasando… la ponemos en riesgo que la fe se vuelva como la plastilina y no, una fe firme inconmovible como una roca. Cuando la fe es madura y sensata, ya no depende del testimonio de otros, pues la fe ya es parte de uno mismo, de su propia genética, no es solo la fe de la Iglesia sino mi fe. A esto es lo que debemos aspirar, pues será signo de tener fe adulta y viva.

Director espiritual del Comitium

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