LA EUCARISTIA NUESTRO TESORO
Después de los informes de los grupos, de los que hemos aprendido mucho, hacemos un espacio para meditar brevemente sobre un tema que tenemos todos muy cercano: La Eucaristía. Hace unos días el casco antiguo de la ciudad se engalanó maravillosamente para la salida del Señor por sus calles. En las parroquias también lo hemos hecho con menos medios pero con mucho entusiasmo. ¿A quién habéis salido a ver?, preguntó un cierto día Jesús a la gente de lo oía hablar sobre Juan Bautista. Es la pregunta que deberíamos hacernos o hacer a la gente con las que contactamos:
- ¿Hemos salido a ver sólo una joya de arte sin igual? A veces he creído que si un buen día saliese la fabulosa custodia de Arfe sin la Eucaristía, poca gente notaría su ausencia. Se seguiría entusiasmando con los olores, con el sonido de las campanillas de la custodia... .y muchos de los miembros de las cofradías que desfilan seguirían el paso sin inmutarse. Como decía el Arzobispo en la Misa de la Catedral de ese día, si los católicos supiesen qué es realmente la Misa, no buscarían excusas baratas para no asistir.
- Aquí entramos nosotros, como legionarios. Tenemos que tener claro que el fin de nuestros trabajos es hacer posible que con los que contactamos vayan a participar, al menos, de la Misa dominical, pues es ahí donde se produce un encuentro personal y comunitario con Jesucristo. El legionario ha de intentar quitar esos prejuicios de tantos que dicen que aman a Cristo pero que no quieren saber nada con los curas, o sea con la Iglesia, cuando es en Ella y a través de los sacerdotes cuando el Señor viene de nuevo a nuestro mundo para ser el alimento de vida eterna. Muchos con los que hablamos solo han tenido una formación rudimentaria de la fe. Pero curiosamente en el tema religioso todo el mundo opina y sabe, afirmando rotundamente saber más que nadie del mismo.
Recordemos siempre que llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se tenga claro que los frutos no son producidos por los valores personales, sino por el mismo Señor. Los legionarios ejercemos un servicio imprescindible: quitar las cenizas sobre las brasas, para que de nuevo vuelva a brotar el fuego del amor a Jesús Eucaristía que un día más o menos lejano vivió, aunque fuera infantilmente.
- Para que nuestro fuego eucarístico se propague, es preciso que cada legionario lo viva de forma intensa: la Misa y Comunión diaria, la adoración del Señor fuera de la Misa. Y todo ello sin caer en nuestro enemigo número uno que es la rutina. Hemos de participar en la Misa con entusiasmo y fervor, comulgando devotamente. Si llegamos un poco antes del comienzo de la celebración, si nos vamos recogiendo para su celebración, escucharemos la Palabra de Dios como hizo la Santísima Virgen y nos irá transformando. Si soy consciente que la Misa es el único sacrificio de Cristo que se vuelve a hacer presente en el altar, acompañaremos a la Virgen , como lo hizo el joven san Juan al pie de la cruz; si me voy acercando a comulgar pidiendo a la Virgen recibir a su Hijo como Ella lo hizo en su inmaculado seno..... entonces podremos llevar este fuego de amor a la Eucaristía a los demás, porque entonces lo hemos vivido nosotros antes.
Director espiritual del Comitium
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